jueves, 15 de diciembre de 2011

LAVANDER LADY


Me invitó a cenar en una terraza interior, me pareció un lugar donde en el centro de la ruidosa ciudad asemejaba un oasis de tranquilidad, podía ver las estrellas y más espectacular aún era la maravillosa luna que en esa noche de verano se iba levantando por el horizonte, un horizonte no muy amplio ya que había muchos edificios alrededor pero lo bastante alejados entre sí, para que el trozo de cielo que admirábamos fuese suficiente para descubrir esos astros que estábamos mirando.

Las luces de las velas hacían engrandecer la luz de esa luna llena que se asomaba delante de nosotros. Era un momento mágico en el que no parábamos de beber vino (tinto por supuesto, aunque recuerdo que a ella le gustaba el rosado, en fin una barbaridad), de hablar (nunca acabábamos los temas) y de reírnos... de que rius???

Le dije que un día le iba a hacer un regalo, una planta exótica que por lo visto ella nunca había oído hablar, se llama passiflora ó pasiflora, por motivos que ya explicaré más adelante... Quién me iba a decir en ese momento que sería el obsequio que en el momento que me lo propuse (mucho tiempo después y con mucha lluvia entre que se lo dije y que me decidí a llevárselo, tanto tiempo que esa desconocida terraza, se había convertido en una habitual gran conocida) y ya cuando lo había preparado todo (tierra, maceta, etc) no podía por ningún lado y de ninguna manera comprar ninguna. Tuve que rogar (casi de rodillas) en una tienda que me trajeran una de donde fuese, de América si fuera necesario. Hasta que por fin, cuando hacía dos meses que en la terraza estaba esperando aburrida la maceta y la tierra apareció la gran protagonista...

...bueno, las protagonistas, no fueron una sino para estar seguro que en ese lugar al menos habría una, compré dos. Y al menos no me equivoqué... Esa planta empezó a crecer, a dar flores malvas (de hecho el nombre de lavander es una variante de la lavanda por el color), y aunque hoy es tan habitual en ese lugar que casi aburre, no hay que olvidar que fue la primera en residir en ese sitio. Incluso ahora en invierno sigue dando su toque malva con fondo verde frondoso de hojas de vez en cuando, orgullosa y al menos parece sentirse muy a gusto (como yo) en ese lugar.

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